Una lágrima
vaga por mi rostro. Indecisa, confundida, perdida... Así me siento cada año que
pasa sin pausa alguna.
Trascurren a
paso lento pero firme los años y yo me encuentro en el mismo lugar de
siempre... En el trono de una "Perdedora".
Por cada año
que trascurre desfila una a una por mi rostro una pequeña lágrima que estuvo
contenida por mucho tiempo, conteniendo todas mis angustias, miedos, tristezas,
penas... Que nadie puede calmar.
Me paro a
pensar si en algún día cesara el manantial que surge de mis ojos, pero es algo
que veo lejano; irreal.
No sé qué
pueda pasar mañana pero tampoco me interesa saberlo por el mero hecho de que
siempre mi día a día es triste, penoso, solitario.... Nadie me entiende y ese
es el problema.
¿Por qué
todos creen entender mi dolor? Nadie lo entiende, ni lo entenderán. Ya no hay
palabras que consuelen a mi alma; mi corazón. Todo el mundo cree saber ponerse
en la horma de mis zapatos y me sugieren que "Sea Fuerte", "Siga
Adelante" pero con eso no basta... Sé que quién me dice esto sólo lo dicen
por decir o por obligación.
¿Por qué
todos me miran con lástima? Sí, puede que de todos modos ese sea a primera
vista el aspecto que he de tener en cuanto me ven; mirada triste, cabeza gacha,
sin ninguna sonrisa en mi rostro dónde la sustituye siempre una lagrima.
Soy alguien
que nunca quise ser, en el espejo veo el reflejo de alguien que nunca quise
ver... Soy alguien desconocida hasta para mí misma.
Saber que
nunca triunfaré en la vida, que siempre todos mis propósitos quedan en nada,
que mis sueños se hacen trizas, mis ilusiones se esfuman como el vaho del frió
invierno... Me mata.
No encuentro
nada... Nada que me cure. No encuentro a nadie... Nadie que me ayude.
Mi vida es
una encrucijada, un laberinto con obstáculos alrededor del camino con los que
me tropiezo sin cesar... Un laberinto que no tiene fin.
Ahora es muy
probable que si lees esto sientas la imperiosa necesidad en darme las típicas
palabras de consuelo pero no hace falta que lo hagas porque me las conozco a la
perfección... A lo largo de mis dieciocho... Perdón, en realidad ahora son
diecinueve años desde que me las dicen, repiten una y otra vez sin cesar...
La balanza
de la felicidad e infelicidad está más que nada inclinada hacia la segunda.
Nunca tuve una infancia "normal" una infancia plenamente feliz a los
demás sin preocupaciones más que las de jugar... Ya desde pequeña me toco
madurar.
Otro año más
hoy cumplo en el que deseo, anhelo con muchas fuerzas que sea diferente a los
demás... Otro año más espero encontrar aquello que llaman ''FELICIDAD''.
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